14 de maig 2020

India del Himalaya, Myanmar, Tailandia y Laos. Otoño de 2015


Sordos de Indore, muertos de Calcuta, vía socialista al Nirvana y Mekong de opio y croissants.

De como una historia digna de Bollywood en una escuela de sordos de la India, tuvo a Alicia como protagonista.Indore es una ciudad india en el estado de Madya Pradesh, uno de los más pobres. Tiene una escuela con 500 niños sordos que empezó una familia sorda hace 40 años con cinco alumnos. A la Indore Deaf Bilingual Academy envió el gobierno indio a Geeta después de que la televisión la convirtiera en estrella y la visitara el Primer Ministro Modi.
Geeta era una niña sorda que un día apareció sola en Pakistán en un tren que venía de la Índia. Se sospechó que su familia la había rechazado y la abandonó en el tren para que alguien se hiciera cargo. El gobierno paquistaní, el eterno enemigo, la llevó a una escuela de sordos. Años más tarde una historia Bollywood narraba lo contrario, un niño paquistaní abandonado en Índia volvía a su casa. Alguien recuperó la historia de Geeta y el gobierno indio la reclamó. Su caso salió en televisión y varias familias la reclamaron como hija. Ninguna superó las pruebas y como Geeta señalaba en un mapa el centro de la India, la enviaron a Indore con las televisiones siguiéndola.
En la escuela no sabían que hacer con ella y la pasaron a una psicóloga sorda que colaboraba en la escuela. La psicóloga era Alicia, nuestra hija que aprovechando su facilidad para aprender la lengua de signos india se había mimetizado con el país. Se encargó de integrar a una desvalida "celebrity" en el mundo de la escuela, el único en que conviven musulmanes e hindúes, intocables y castas altas, porque ser sordos y compartir lengua une mucho.
El corresponsal de La Vanguardia en Delhi se interesó por la noticia por su impacto y al descubrir la relación con Barcelona le dio cobertura y semáforo verde en el periódico.

Profesora, alumnos y un mundo compartido en lengua de signos
Dubai, Mumbai y la escuela de sordos de Indore.
Unos días antes, Conxita y yo habíamos volado a Indore para ver a Alicia, conocer la escuela y viajar juntos al Himalaya hindú. El vuelo empezó por Dubai, la madre de todas las burbujas inmobiliarias con el edificio Burj Khalifa, el más alto del mundo. Su construcción suspendió pagos y el emir de Dubai tuvo que pedir dinero a Khalifa, el emir vecino de Abu Dhabi que tenía petróleo y liquidez. El emir rico aceptó a cambio de que pusieran su nombre al edificio. Así cobraron los trabajadores que lo construían y la mitad eran hindúes que llenaban nuestro vuelo a Mumbai. Después seguimos viaje a Indore al reencuentro con la hija viajera.
La escuela era la más prestigiosa para sordos del inmenso país. Índia tiene 1.000 millones de habitantes y un millón de sordos de los que 250.000 están en edad escolar. 50 escuelas similares a ésta sólo cubrirían el 10% de las necesidades. La educación es bilingüe, utilizando la lengua de signos como primera lengua para introducir inglés y hindi leídos, escritos y cuando es posible, hablados. Es el tipo de educación de niños sordos que da mejores resultados en los países con recursos, en la escuela lo saben y lo aplican con buen criterio.
Es un privilegio compartir el ritmo de la escuela, sus profesores, y también la precariedad de los servicios de la ciudad, con pocas horas de luz, agua o internet, pero ayudar a ampliar la biblioteca escolar con encargos de amigos sordos de Barcelona.

Alumnos, profesores y padres orgullosos en la escuela de sordos de Indore

Sikkim y Darjeeling. Vacaciones familiares en el Himalaya indio.
El Himalaya indio son dos regiones, Sikkim y Darjeeling, fronterizas con Tibet y encajonadas entre montañas de Nepal y Bhutan. Para llegar hay que volar a Bagdogra, al norte de Bengala occidental y Surendra nos espera en el aeropuerto. Vive en Gangtok, la capital de Sikkim pero nació en Nepal. Su hija está en Nueva York, su hermana en Amsterdam y el resto de la familia repartidos por los valles del Himalaya. Sus herramientas de trabajo son el teléfono, la conexión a internet con los que capta clientes y el coche con que los pasea por estas montañas.
Sikkim es el estado más pequeño de la Índia y la carretera a su capital es imposible. Hace falta otro visado porque no es un estado cualquiera. La India reconoce a medias que el Tíbet forma parte de China porque da refugio al Dalai Lama. Como reacción la China reconoce a medias que Sikkim forma parte de la Índia. El permiso lo dan por duplicado el ejército indio y el gobierno de Sikkim porque no se fían entre ellos.
En 1975 Sikkim era una monarquía y el rey estaba casado con una americana. El jefe de la oposición estaba casado con una escocesa y la mayoría eran emigrantes nepalíes sin derechos que tenían que dedicar un miembro de la familia a trabajar gratis para el rey. En una breve guerra, China se anexionó algunos glaciares y por si acaso, Índia aceleró absorbiendo Sikkim. Como no formaba parte de la ONU, nadie protestó. Los nepalíes mejoraron su situación, el jefe de la oposición fue el nuevo primer ministro y la escocesa primera dama. Una historia de intrigas, espías y guerra fría para una película. Alta política entre montañas a 4.000 metros.
Más permisos militares para llegar al Tsongo Lake, en la frontera con Tibet. Los locales son los únicos que tienen permiso para comerciar en yak o en 4x4 con el otro lado. También viven del casino, que es el único de la India junto con otro en Goa, porque ya estaban antes que India anexara estos penúltimos enclaves coloniales.

Un continente y tres visados para reunirse madre e hija en el Himalaya
El monasterio de Rumtek es de la secta budista de los gorros negros. El karnatapa, su líder espiritual, murió hace 40 años y aún no se ha escogido sucesor. Lo ha de aprobar el Dalai Lama, que es el jefe supremo pero es de la secta de los gorros amarillos y no hay acuerdo. El elegido viene de Tíbet, el gobierno indio sospecha que es un espía chino y no le deja entrar en el monasterio. El mayor tesoro en Rumtek es un gorro negro que permite volar porque está hecho con pelos de los ángeles, pero los monjes lo tienen escondido porque no se fían del gobierno. Teología y política entre montañas altas.
Seguimos a Darjeeling. Formaba parte de Sikkim pero el rey pidió ayuda a Inglaterra en una guerra con Nepal y los ingleses nunca se lo devolvieron. De aquí son los Gurkas, los fieros mercenarios enrolados en el ejército inglés. Son una élite en sus pueblos gracias a los sueldos y beneficios sociales británicos. El te de Darjeeling tiene máximo prestigio y en sus precios se reflejan calidades, maduración y épocas de cosecha.

Una imagen a recordar con cada taza de Darjeeling Tea
En Tiger Hill, a 2.500 metros de altitud y al salir el sol, las primeras cimas que se iluminan son Chomolungma, Lhotse, Makalu y el cercano Kangchenjunga. Cuatro ochomiles y hasta 1850 se creyó que el cercano y sagrado Kangchenjunga era la montaña más alta del mundo. Hasta que el funcionario Mr. Everest y su equipo triangularon toda la Índia para trazar mapas. A Nepal y Tibet no les dejaron entrar porque temían, con razón, que si Inglaterra entraba ya no saldría. Tiger Hill está a 250 km del Chomolungma pero los cálculos indicaron que por 200 metros era el más alto del mundo y así nació la leyenda. Camino del Himalayan Mountaineering Institute encontramos al hijo del sherpa Tensing, una institución local que también ha subido al Everest como su padre, que fue el primero que lo consiguió. Lo saludamos y seguimos al museo de las reliquias y los sueños de los conquistadores de lo inútil.
Alicia ha de volver a Indore porque está organizando el día del sordo y nos jugamos la vida por una ruta vertiginosa que desciende de la montaña al llano bengalí donde nos despedimos emocionados.

Los pocos rickshaw de Calcuta están en el mercado de Chowringee

Calcuta. Optimismo donde hubo tristeza.
Nuestro avión nos lleva a Calcuta. Hasta el 1911 era la capital de la India británica y en 1940 la segunda ciudad del mundo. Después todo se torció. El hambre mató 4 millones de personas en Bengala. Aún se discuten las causas. Los japoneses habían ocupado Birmania, Inglaterra priorizó los cultivos para la guerra, mala gestión. Después llegó la independencia y la partición con un nuevo Pakistán musulmán. En el Punjab, al oeste, un millón de musulmanes hindúes fueron a Pakistán y un millón de sikhs e hindúes a la India. En Bengala, al este, cuatro millones fueron de Pakistán oriental a la India y casi nadie en sentido contrario. Las calles de Calcuta tenían innumerables pobres a los que no se podía atender. Después Pakistán se rompió y la guerra que dio origen a Bangla Desh causó otra ola de refugiados. Una larga y honesta administración comunista en Bengala ha ayudado a contener las explosiones sociales y a diferencia de nuestro primer viaje a la India hace 30 años, ahora casi no hay niños por la calle en horario escolar.
Calcuta tiene uno de los monumentos más absurdos del mundo. El Victoria Memorial se parece al Congreso norteamericano pero nunca ha servido para nada. Se hizo en homenaje a una reina que nunca estuvo allí y se inauguró seis años antes que la capital se trasladara a Delhi. Ahora la ciudad está bonita con sus calles llenas de estructuras efímeras de bambú para la próxima Puja Durga, la fiesta dedicada a la diosa. Entre los millones de habitantes, 230.000 se presentarán a los inminentes exámenes para contratar 30.000 profesores que ganarán 200 € al mes. En su inmenso mercado en el barrio antiguo de Chowringee, se come bien sentado en la calle por 40 céntimos, y todavía quedan rickshaws que transportan pasajeros corriendo.

Segunda ciudad del mundo, símbolo de todas las desgracias y ciudad que renace.
De Calcuta hay varios premios Nobel. Rabindranath Tagore en literatura y Amartya Sen en economía. También la Madre Teresa, que era albanesa, estaba en Calcuta cuando la gran hambruna y creó refugios para dignificar la muerte. Una opción realista y resignada en aquella época pero incierta ahora. Muy cerca está Kalighat, el templo dedicado a Kali, la diosa de la muerte. De allí viene el nombre de la ciudad y es un lugar inquietante. En un país vegetariano y pacifista, con respeto a las vacas, multitudes de fieles traen animales para que los sacerdotes los degüellen y salpicarse con su sangre entre rezos y cánticos.
Un viaje son muchas lecturas y estos son los escenarios de "Un crimen en Calcuta", de Paul Theroux, un conocido escritor y viajero. Próximo destino Bangkok u Tailandia que tiene una renta per cápita tres veces la índia. Después Myanmar y Laos que son más pobres. El vecino Bhután es pobre pero tiene el índice de felicidad mayor del mundo aunque no se sepa qué indica.

Ayutthaya. En Tailandia no se admiten bromas sobre reyes y dioses

Bangkok.
En Tailandia funcionan mejor las cosas materiales que las espirituales. Es una potencia en turismo e industria alimentaria, pero en temas de dioses y reyes es complicada.
La ley prohíben tatuarse a Buda o enseñar un pie a su imagen. Esto es un problema porque en los templos hay que descalzarse y sentarse sin ofender. El rey es muy viejo, hay quien cree que ya se ha muerto, y el heredero es un pendón. Las elecciones las ganó un empresario joven que no gustó a los militares y lo echaron. Las siguientes elecciones las ganó la hermana del empresario y entonces los militares decidieron tomar el poder y reescribir la Constitución. Parece que esta es la única forma de reformar constituciones. El pasado está presente y cuando se construye un nuevo edificio, hay que construir una casita de juguete anexa a la que nunca puede cubrir la sombra del edificio, para que vivan allí los ancestros.
En toda gran ciudad con turismo hay robos y un motorista roba el bolso a Conxita. Un par de policías nos pasean en moto buscando pistas y acabamos con ellos mirando grabaciones del lugar. No sirve de nada y después de firmar algo nos vamos. En un callejón oscuro nos grita un motorista y antes de poder huir nos alcanza. Era uno de los polis que nos devolvía la bolsa con documentos y sin dinero.

Nuestra cultura no se puede oponer a la naturaleza.
Bangkok es apasionante y caótica, con mareas humanas que se mueven en trenes elevados o subterráneos y con autobuses flotantes por el río. Fue capital del turismo sexual de los soldados americanos en sus guerras en los países vecinos, destino de viajeros jóvenes en el sudeste asiático y ahora mercado en ruta a las playas. Los mercados tradicionales compiten con los centros comerciales y los puestos callejeros de comida y masajes con lujosos restaurantes y ambiguos locales.
Su pasado fue la antigua capital de Ayutthaya a pocos kilómetros en tren y horas de colapso circulatorio desde Bangkok. Hay más de 200 templos antiguos ideales para recorrer en bici.
Conxita termina su viaje volviendo a Barcelona y yo continúo a Mandalay, la segunda ciudad del vecino Myanmar.

Hay un único camino al nirvana, el resto no es principal.

Myanmar en tiempos de cambio.
La antigua Birmania es una dictadura militar muy budista que vive el fin de su vía socialista al Nirvana. Dentro de pocos días hay las primeras elecciones y las calles están llenas de mítines y propaganda. Todo lo que no sea una victoria del partido de Aung San Su Kyi sería un fraude pero los militares se han ocupado de dejarlo todo bien atado, por la fragilidad del país, con quince guerrillas registradas y por suculentos negocios que mantener.
Antes de la Guerra Mundial el país estaba ocupado por los ingleses. Aung San, el padre, era un joven estudiante que recibió formación militar y apoyo en Japón que era un país asiático que se había modernizado y decía que Asia no era lugar para los occidentales. Aung San ayudó a Japón cuando echaron a los ingleses de Birmania y cambió de bando cuando volvieron y la ocupación japonesa ya había perdido su encanto.
Myanmar es la fértil llanura de dos grandes ríos, el Salween y el Irawati, que bajan del Himalaya. Las tribus de la montaña siempre habían guerreado y mandaba la que dominaba en la llanura. Cuando llegaron los ingleses eran los Burma y, como siempre, el dominio colonial inglés se basó en enfrentar a minoritarios con mayoritarios. La guerra fría complicó las cosas y aunque ocho de las quince guerrillas han firmado la paz, la mitad del país sigue cerrada a los viajeros. Pobres entre los pobres, los rohingya, musulmanes en las zonas fronterizas a Bangla Desh, son perseguidos por la mayoría budista.
Mim Mim habla el inglés un poco mejor que yo el birmano y me lleva en su moto a visitar los alrededores y monumentos de Mandalay. Su poco inglés lo aprendió durante siete años de educación en un noviciado budista. Es lo que hacen casi todos los jóvenes mientras empiezan el día pidiendo monedas por la calle. Les permite pagar el arroz del día porque la generosidad ayuda al que da a tener una reencarnación favorable. Parece una educación insuficiente pero ellos creen que los humanos incompletos somos los occidentales que no hemos accedido a las certezas y rigores de esta formación religiosa.
Construir templos y pagodas era otro mérito para la reencarnación y en Mandalay se construían más deprisa que las destruían los terremotos. Un hermoso paisaje de chicas con la cara pintada con pasta de árboles sagrados y jóvenes con túnica a modo de falda entre ríos y templos.
Bagan está río abajo y en el siglo XIII, cuando era la capital, el relato de Marco Polo la describió como uno de los mayores espectáculos del mundo. Se llegaron a construir 4.000 templos, uno cada tres semanas. Tanta religión dejó al reino exhausto y el resto lo destruyeron mongoles y terremotos. Ahora sólo quedan 2.000 templos y en los espacios vaciados se cultiva arroz. Kilómetros de llanura en moto para encontrar un desnivel con paisaje, perderse entre ruinas y buscar el camino de regreso.

Ruedas sobre raíles en la campiña birmana.
La velocidad del tren en los 400 km hasta Yangon es mucho menor que la moto y los vagones son coloniales. Un gran viaje para dos buenos libros sobre el país.
"El expreso de Rangún", de Norman Lewis, un gran viajero que para hacer mi trayecto de 17 horas necesitó una semana a través de sucesivos frentes de guerra de los años 50.
"Burmese days", la visión de la vida colonial en Mandalay en los años 20, del policía británico Eric Blair, que firmaba como George Orwell. Su siguiente libro fue "Hommage to Catalonia" y su participación como voluntario en la defensa de la República española y los conflictos de la retaguardia. Orwell hablaba hindi y birmano y quizá también aprendió castellano y catalán.
Yangon es el nombre actual de Rangún, que era la capital colonial. Los militares han creado una nueva capital, Nay Pyi Taw, y eso no es nuevo porque era costumbre que cada dos o tres dinastías se construyera una nueva ciudad con sus templos y pagodas.
En Yangon las nuevas construcciones las promueve la China, con un proyecto de tren rápido a Yunnan que continúe hasta Singapur y un gran puerto para el comercio en el Índico. De momento la joya de la ciudad es la pagoda de Shwedagon.
El budismo es una guía de vida que no se fundamenta en verdades reveladas ni un clero que las administra. Afirma que en la vida hay más sufrimiento que alegría y que sólo el conocimiento y control de los deseos permite ir tirando. Una serie de ejercicios ayudan y saber vivir la vida según tus obligaciones morales permite progresar en sucesivas reencarnaciones. El budismo no se considera una religión y es lo que menos interfiere con la ciencia, pero en su historia ha convivido con prácticas animistas del chamanismo de Asia Central, y con la inquietud humana ante lo incierto.
En Shwedagon hay imágenes de los nat, espíritus maléficos y benéficos que influyen en la vida. Un astrólogo escucha tu problema y según el día del nacimiento te aconseja una imagen y un ritual, como soltar un pájaro o tirar agua veinte veces a la cabeza de una imagen. Una lámina de oro cuesta 20 céntimos y la coloco en la nariz a Buda para curar mi resfriado. Las actrices se cuidan la piel poniendo oro en los pómulos de la imágen. Zaw me cuenta que nació un martes y su novia un jueves, son días favorables y les irá bien. El primer dictador militar emitió billetes de 9 y 45 kayats, la moneda local, porque son números con buenos auspicios. Ya dijo un gran economista que las previsiones económicas dignifican a la astrología.
En el mercado de joyas y ropa se vende jade de las montañas y vestidos que se hacen al momento. Sentado en el suelo se puede comer exquisitas sopas, arroces o currys con teteras compartidas mientras se siguen negociaciones y regateos.
En la calle conviven triciclos, coches de tercera mano con el volante en el lugar equivocado y algún Rolls Royce. El jade, el gas natural y las maderas protegidas son buenos negocios para un gobierno militar.
Los elefantes blancos son el orgullo de Myanmar. Los elefantes albinos eran una rareza y reforzaban el prestigio de los reyes. Ahora Myanmar tiene ocho y Tailandia sólo uno. En todo lo demás gana Tailandia.

El que todo lo ve tiene muchas caras en el Sudeste de Asia

Chiang Mai y la ruta del Mekong.
De Yangon a Chiang Mai, en el norte de Tailandia, sigo la ruta de 150.000 refugiados políticos y tres millones de emigrantes económicos, aunque las dos categorías se confunden. Hay margen porque el sueldo base en Myanmar son 3€ al día y en Tailandia 9€. En uno de los muchos templos budistas Pre Garang, un monje con ganas de practicar inglés, me cuenta su vida. Entró con 12 años como novicio y tenía que cumplir 10 reglas. Ahora es monje "junior" y ha de cumplir 220, cuando sea "senior" serán 340. Una australiana se ha añadido a la conversación y una de las reglas le impide darle la mano al despedirse.
Al templo se va a acumular méritos o a pedir favores. Los humanos confundimos causa y coincidencia. Un astrólogo se da cuenta que dos cosas buenas pasaron en una época en que las estrellas tenían una posición y proclama que cada vez que vuelva a ocurrir, pasará la cosa buena. En el templo venden láminas de pan de oro con la imagen de las constelaciones. Es tan sencillo como escribir tu fecha de nacimiento, colgarlo junto a una imagen venerable y esperar que se cumpla el deseo. Como en la Lotería de Navidad.
Un vendedor callejero de té habla buen inglés y me explica que entró clandestino en USA y trabajó cuatro años con seguridad social. Con diez años más de cotización tendría derecho a pensión y cada contrato de pocos días le cuenta como tres meses. Cuarenta contratos, se jubilaría con 1.000$ al mes y viviría como un rey, igual que los americanos pobres que viven en Tailandia. De momento vende té en la calle y sueña.
El té es un componente de la excelente cocina thai y un buen curso enseña que el curry tailandés se prepara con chile que viene de Sudamérica mientras que el curry indio utiliza especias locales.
En Chiang Mai se puede alquilar una moto y recorrer 500 km por las montañas del Triángulo del Opio. Khun Sa mantenía un ejército que mezclaba la insurgencia de los Shan y el comercio de la droga. Al verse derrotado negoció una retirada y murió tranquilamente en Yangon, fue más inteligente que Pablo Escobar y ahora su territorio es una atracción turística con algunos hostales que tienen fumaderos de opio.

Mekong. Un río, una cultura y muchas vidas.

Laos. Mekong, Luang Prabang, Vang Vieng y Vientiane.
En el "Triángulo" está Huay Xai, un pueblo fronterizo con Laos y China por el que pasa el Mekong, el gran río que del Himalaya de la provincia china de Yunnan hasta su delta en el sur de Vietnam, atraviesa antiguas civilizaciones del Sudeste. La vida fue muy dura en los años 60 y 70 cuando Francia y después Estados Unidos no aceptaban que su tiempo como colonizadores había pasado aunque hubieran derrotado a Japón, que les quería sustituir. Murieron millones de personas pero ahora ésta es una tierra optimista y bellísima.
Al principio de la época seca, cuando hay agua y las lluvias se acaban, se puede navegar en dos días hasta Luang Prabang, la antigua capital imperial de Laos. La ruta es tan popular entre los jóvenes mochileros que a veces el ambiente se confunde con el de Ibiza. Paro a pasar la noche en Pak Beng, un rincón del río con edificios de madera que se ofrecen como fonda. No es extraño que ofrezcan opio a 10 € la dosis, pero sorprende la oferta de excelentes croissants, herencia francesa en Indochina. Comparto cena con Dolores, de Granada y Pierre, de Perpignan. Dolores busca respuestas a las preguntas que se formula en el viaje y Pierre espera que suba el precio del petróleo para que le renueven el contrato en una plataforma de Gabón. Yo explico la historia de Siddhartha que salió de su palacio a ver mundo y con lo que explicó, sin blog para escribirlo, inspiró el budismo. Conversamos en castellano pero en este remoto lugar de un mundo pequeño, podríamos hacerlo en catalán, que por familia hablamos los tres.
Llegamos a Luang Prabang el día de la primera luna llena después del final del monzón. Bun Awk Phansa es una gran fiesta y por la noche aparecen multitud de barcos construidos con papel y hoja de palma. Las calles se llenan de procesiones que entre cánticos y música llevan los grandes barcos al río como si fueran pasos de Semana Santa. Los márgenes embarrados del Mekong están llenos de gente que entra y sale del agua mientras los barcos empiezan su viaje. Ritualmente compramos un pequeño barco y hacemos la ofrenda al gran río mientras los barcos empiezan a quemarse y desaparecer con la corriente. Cuando el viaje sigue, nos despedimos. Dolores me enseñó el significado de los tatuajes y creía que yo era el señor Wikipedia, Pierre se queda en Luang Prabang por su pasado colonial francés y su parsimonia laosiana, yo que supero la edad de los dos juntos, sigo.
En mi ruta a Vientiane, la capital moderna, me detengo en Vang Vieng. El río ha esculpido pináculos kársticos, grutas y alimenta una tierra fértil en arroz. En neumático o en kayak se pueden bajar los rápidos y nadar los ríos subterráneos con cuerdas para asegurar el regreso. Es un destino popular entre jóvenes y los accidentes por el exceso de estimulantes en lugares de riesgo lo ha restringido.
Estos pueblos son descendientes de los que migraron del sur de China en el siglo XII empujados por los mongoles de Genghis Khan. La misma época en que catalanes y aragoneses llegaban a Mallorca y Valencia. Es una historia lejana pero tan desconocida para los jóvenes mochileros de la ruta como "Apocalypse Now". Coppola situó los hechos en el este de Laos pero el país merece más.
Al este de Laos, la cordillera Annamita separa de Vietnam. Por allí pasaba la Ruta Ho Chi Minh. Una ruta invisible por la que el Vietnam del Norte enviaba recursos al Vietminh, la guerrilla que ganó la guerra en el sur. Era una obra de ingeniería, pistas construidas un palmo bajo el agua y caminos con las ramas de los árboles atadas para disimular. Se transportaron 1.000 millones de toneladas de material y armas, Estados Unidos lanzó para destruirlo 4.000 millones de toneladas de explosivos y por cada vietnamita muerto en la ruta se lanzaron 300 bombas.

El crimen USA en Laos fue a cámara lenta y aún se necesitan muchas prótesis
La guerra era en Vietnam, no en Laos, pero sobre este pequeño país de 7 millones de habitantes, Estados Unidos lanzó más bombas que todos los ejércitos de la Segunda Guerra Mundial juntos. 580000 misiones de bombardeo durante nueve años. Una cada 8 minutos, día y noche. Tanta crueldad ha dejado bombas sin explotar en un tercio del país y un número enorme de tullidos. El centro COPE en Vientiane lo explica y tiene una red de centros de fabricación y mantenimiento de prótesis por todo el país. Obama tuvo la decencia de visitarlo. Noruega encabezó los tratados para prohibir las bombas de racimo y quiso que Laos fuera el segundo firmante. Cuba fue el único país que siguió desminando entre la caída de la Unión Soviética y el relevo actual por Naciones Unidas.
COPE está en el recinto del principal hospital de la capital y al lado tiene la escuela de sordos de Vientiane que me permite convertir la indignación en sonrisas.
Hay ambiente de fútbol y voy al Estadio Nacional al campeonato Toyota, la Champions local. Los mejores equipos de la región. Acabo comiendo pescado junto al Mekong con Fernando, jugador del Chiang Mai F.C. Es brasileño, le pagan 4.000 $ al mes y le ha fichado un agente en Bangkok. En su equipo hay marroquíes, españoles, coreanos, africanos y un entrenador japonés. Los traductores corren por el campo en los entrenamientos. Su mujer ha abierto un hotel y él va a Laos cada tres meses a renovar el visado porque es más barato. Un país antiguo que puede ver la edad moderna después de las bombas. La guerra la ganaron los comunistas, China es su protector y en la bandera se mantienen hoz y martillo. Aunque en Laos no hace falta una hoz para recoger arroz y para coser no hace falta martillo.
Colin Cotterill es un inglés que ha trabajado en Laos en proyectos educativos. Está jubilado y se ha quedado. Explica historias de Siri Paiboon, un médico forense con cuarenta años en la guerrilla. Desencantado del comunismo y del budismo se encuentra en medio de los principales casos criminales de la joven república. Le ayuda que los Hmong, la principal minoría de Laos, le considera un chamán porque tiene ojos verdes. Una mezcla de Pepe Carvalho y Sherlock Holmes en Indochina, con libros traducidos a nueve idiomas pero todavía no al laosiano porque se lee poco. Destina todos los beneficios a COPE y otras ONG.
Mi último pescado del Mekong, sopa de fideos, cerveza laosiana y paseos por Vientiane es con Federico. Tiene mi edad y es de Donosti y Salamanca. Con su mujer japonesa vive en Tokio después de destrozar y vender en las Azores el barco con que atravesaron todos los mares. Es traductor técnico y gracias a internet, puede traducir y viajar por el mundo. Otro gran tipo.
Tren a Bangkok, a tiempo de leer que 50 oficiales han sido acusados de "lesa majestad" por tratar irrespetuosamente a la monarquía y ser denunciados por un famoso astrólogo.
Mucho que recordar hasta el próximo viaje.

Norte de India, con Indore, Sikkim, Darjeeling y Calcuta. Tailandia, Myanmar y Laos.
Detalles del viaje
Del 2 octubre al 6 noviembre de 2015. Conxita hasta Bangkok, Alicia en Indore e Himalaya hindú y sólo de Myanmar a Laos. Vuelo a Dubai, Mumbai e Indore. En la Indore Deaf Bilingual Academy con Alicia. Vuelo a Bagdogra, West Bengal. Guía Surendra a Gangtok, Sikkim y Darjeeling. Adios a Alicia y vuelo a Calcuta. Airbnb en Central Kolkata. Vuelo a Bangkok, tren, bus y bicicleta a Ayutthaya. Adios a Conxita y vuelo a Mandalay. Moto y bus a Bagan. Tren a Yangon. Vuelo a Chiang Mai. Estancia en hostels. Bus a Huay Xai, frontera con Laos. Barco por el Mekong a Luang Prabang, bus a Vang Vieng y a Vientiane. Tren a Bangkok y regreso a Barcelona. Comida excelente y barata en restaurantes y puestos callejeros. Turismo local en Himalaya hindú, poco en Calcuta y Myanmar y mucho en Tailandia y Laos.

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