31 de maig 2020

Golfo de Guinea y África Oeste. Costa Marfil, Burkina Faso, Ghana, Togo, Benín. Otoño 2017


La mitad de los niños del mundo nacen en Africa

Burkina Faso y Ouagadougou en el corazón
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Un país que nadie conoce y una capital con nombre de cuento infantil. Diez años antes Conxita había conseguido llevar desde un lugar aún más remoto hasta una clínica de Ouaga a Guillem, nuestro hijo, con una peritonitis aguda. Una operación que le salvó la vida por los pelos. Mientras tanto y a 500 kilómetros, Alicia, nuestra hija, subida al techo de una cabaña del país de los lobi, colgaba la mosquitera de cuatro palos y pasaba la noche conmigo que estaba débil y con mucha fiebre.
Diez años después, conversábamos con Théodore, el médico que operó a Guille y con Jean Baptiste, el director de la Clinique. Jean Baptiste con el prestigio de un médico militar, había sido elegido por el revolucionario Thomas Sankara y su amigo Blaise Compaoré como Presidente del país en el golpe que siguió a la independencia, cuando Burkina todavía se llamaba Alto Volta. A la Françafrique no le gustaron las reformas de Sankara y movieron hilos para que Compaoré le asesinara y se instalara un régimen que durante 20 años ha protegido los intereses franceses. Este régimen ha sido derrocado pero ahora en el norte se sufren todas las guerras del Sahel.
La élite del país era francófona y católica y con Theodore hablamos de su hija, artista en París, y de su formación como médico en Senegal. Con Jean Baptiste, pez gordo, médico y ex-presidente, hablamos de sus vivencias en esta remota parte de África y de la ilusión por su viaje anual a Lourdes.

Grand Bassam en Côte d'Ivoire, otro dia de festival de música

Costa de Marfil. Otoño 2017
Los viajes a África siempre son especiales y éste había empezado volando de Lisboa a Abidjan. Lisboa era un buen origen. De allí salieron las carabelas que transformaron los puertos africanos sucesivamente en almacenes para las rutas de especias, materias primas y seres humanos esclavizados.
Costa de Marfil era el país africano más francés y más rico cuando la independencia. Los elefantes y los bosques, con el marfil y la madera, ya se habían agotado y ahora se produce cacao y café, mucho y bueno. Todos saben cuál es su tribu y quiénes son sus rivales entre mil sonrisas y todas las músicas.
Koffi sabe que sus enemigos son los mandiké del noroeste. El es un akan del sureste, pero en Abidjan, inmensa ciudad desde el fin de la guerra civil, habla en francés.  La migración del campo a las caóticas megaciudades empezó antes que la migración de la joven y poblada África a los envejecidos y vacíos países ricos. Abidjan es un ejemplo.
Dormimos en el barrio residencial de Deux Plateaux en una habitación anunciada en AirBnb. Costa de Marfil fue el único país africano donde quedaron colonos después de la independencia, pero al empezar la guerra civil se marcharon todos y la casa era de uno que marchó con prisas
Grand Bassam era la antigua capital y es monumento de la UNESCO. Una playa cercana a la que llegamos en buses compartidos porque hoy empieza un festival de música con miles de locales y una veintena de blancos. Si oímos "le blanc" o "la blanche" es que nos llaman. La playa preciosa y muchos militares controlando sin orden. Hace un año un asalto en Gran Bassam acabó con 19 extranjeros muertos. Varios trabajaban en la embajada americana y fue un día de violencia que expandió el conflicto del Sahel hasta el Golfo de Guinea.
En el mercado compramos tela con los vistosos estampados locales. Una "pièce" cuesta 20€ y equivale a dos "morceaux", que son seis "pagnes". Con un "pagne" un sastre local hace una camisa de manga corta o un vestido corto de mujer.
En la época colonial los franceses construyeron un tren hasta Ouaga y todavía funciona pero sólo hay tres a la semana y tarda 36 horas. Sale a la misma hora que en la embajada de Ghana nos han prometido un visado y no hay más remedio que seguir viaje en bus.
Para prepararlo, en el único centro comercial de Abidjan vemos "Frontières", la película de una directora burkinabé. Una deliciosa historia de cuatro mujeres que comparten un largo viaje en bus de Dakar a Lagos. Un road movie que describe los conflictos y esperanzas de la región y sus mujeres.
Etapa en ruta al norte y encuentro  en Yamusukro con una gigantesca iglesia en un lugar inverosímil, pero la iglesia de Nôtre Dame de la Paix supera a la Sagrada Familia. Es el día de Todos los Santos y hay 200 feligreses para 7000 asientos. Una copia de San Pedro del Vaticano donde termina la jungla y empieza la sabana.  Una iglesia con aire acondicionado para cada asiento en un país pobre. La refrigeración sólo funcionó en la misa inaugural de Juan Pablo II y en el funeral de Felix, el presidente amigo de Francia que la hizo construir, pero la mayoría de los marfileños son musulmanes y en los 7.400 m2 de vidrieras religiosas de la catedral todos los personajes son blancos menos Felix.
Para cenar kedjenou d'abouti con ateké. Verduras locales cocidas en su agua y carne de una especie rata de campo con pasta de mandioca, parece un excelente cuscús local.

Bobo Dioulasso y la mezquita sudanesa más al sur del Sahel

Burkina Faso.
Dos horas de trámites en la frontera. Ya es de noche y hace una semana que no pasa un blanco así que hay mucho que conversar con los policías. Ya amigos, les explicamos que al terminar el viaje volveremos a Barcelona. Sorprendidos nos comentan que es peligroso. La televisión informa de atentados en las Ramblas y motines callejeros contra el gobierno central. En televisión comparte espacio con los disturbios por la caída de Kabila en Congo y de Mugabe en Zimbabwe.
Otro transporte colectivo nos lleva de noche hasta Bobo Dioulasso. Es la segunda ciudad de Burkina y la capital de los tambores y las máscaras. Kibidwe, la parte antigua, fue la primera ciudad musulmana al sur del Sahara. Sigue dividida en cuatro zonas. Griots, musulmanes, agricultores, herreros. Los griots son los cuentacuentos y músicos que conocen el pasado de la tribu y están encargados de resolver los conflictos. Los siguientes en la jerarquía son los herreros. La mezquita es la más meridional de estilo sudanés, de barro y madera que se rehacen constantemente. El imán ya está mayor y nos la enseña su hijo pequeño. El hermano mayor será el futuro imán y ya se está formando en Arabia Saudita.
La otra potencia en conflicto es Francia y por la noche coincidimos en el Centro Francés con dos Payasos sin Fronteras. Actúan en centros de salud y con su humor han mejorado los índices de ganancia de peso y reducción de mortalidad en los ingresos hospitalarios de niños.  Con un grupo local organizan teatro en los poblados con sus obras donde el blanco es siempre el personaje inferior. Entre cervezas y música discutimos con dos biólogas, escocesa y catalana, que trabajan en la epigenética de los parásitos tropicales. La escocesa agradece que el protagonismo de los conflictos en Catalunya la libera de preguntas por sus referendums.
La relación con el Institut de Jeunes Sourds du Faso se mantiene cada año desde nuestra primera visita. Ahora tiene 140 alumnos sordos de toda la región que se educan en American Sign Language y francés. El sueldo de los profesores lo paga el gobierno y el resto son apoyos que Salam Ouedraogo se encarga de renovar. Con él y con alguna de las monitoras sordas a las que apoyamos desde Barcelona revisamos los cambios desde nuestra primera visita hace 10 años. La escuela empezó por la iniciativa de un sordo de Alabama al que fiel a sus varias identidades, consideran el padre de la educación de los sordos en África Occidental. Salam se puede definir como un honesto empresario africano que obtiene recursos donde los hay, colaboraciones de países ricos, para utilizarlos en cubrir necesidades locales.
Los últimos años han sido difíciles en Ouagadougou. En el 2014 una revuelta echó al presidente vitalicio Compaoré. En 2015 fracasó un golpe militar y hubo elecciones. En 2016 y 2017 dos ataques terroristas en la zona de los buenos hoteles dejaron 30 y 19 muertos. Muchos heridos fueron a la clínica donde había estado Guillem y lo comentamos con los doctores Theodore y Jean Baptiste. Las calles del centro ahora están vacías por miedo a nuevos atentados, los taxistas las evitan y nuestra fonda barata en un barrio popular es lo más seguro que hay. El cercano mercado central hierve de actividad y recuerda que la capital es un pueblo que se ha hecho muy grande.
El viaje sigue hacia Ghana, pero el martes sólo hay un bus de  la peor compañía de África Occidental. El eje de la transmisión se cae al suelo dos veces, la climatización consiste en que el humo del motor sale por ventanas que están rotas y unos soldados nos acompañan en los tramos con riesgo de asaltos.
En las paradas para reparar el cacharro, los fieles rezan en dirección a La Meca y los demás nos protegemos del calor y la falta de aire.

Ruta en el sur de Burkina. Los rezos ayudan a arreglar el bus.

Ghana.
Al llegar a la frontera, nos rendimos. Abandonamos el bus destrozado y en taxi compartido seguimos al primer pueblo y en otro bus hasta Kumasi, en el país Ashanti, ya en Ghana. Son las 4 de la madrugada y dormimos en el hotel donde se alojan los chinos de la cercana mina de oro. Los europeos llamaban a Ghana, Costa del Oro, pero ya no queda. Ahora hay que remover 17 toneladas de tierra para obtener 1 gramo del metal del que están hechos los sueños. Una salvajada.
El rey Ashanti se opuso a los ingleses y fue derrotado. Los ingleses se cobraron en oro la pólvora gastada y lo mandaron al exilio para devolverlo cuando Ghana se independizó y de esta forma dificultar a los nuevos países. Ghana fue el primer país del África negra que se independizó y el panafricanismo siempre dijo que los blancos habían dividido al continente en 50 estados. La respuesta fue que habían unificado los mil reinos anteriores, pero ganaron los blancos. Como dijo el obispo Desmond Tutu: "Teníamos la tierra y vinieron los blancos con la Biblia. Nos dijeron cerremos los ojos y recemos. Al abrirlos ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia". En el centro de Kumasi, debajo de cada árbol se sienta un abogado que rellena los papeles para los que compran, venden, se divorcian o heredan.
En esas costas africanas la civilizada Europa había cometido sus peores crímenes. La esclavitud existe desde el neolítico, pero el comercio triangular fue un holocausto para un continente. Los europeos  esclavizaron más de 12 millones de africanos en el gran negocio de los siglos XVI y XVII. Aprovechando los vientos atlánticos creados por el anticiclón de las Azores, llevaban esclavos a las plantaciones de América, después azúcar a Europa y armas de nuevo a las costas africanas. El azúcar fue la droga que alimentó el éxito de Europa.
En la costa de Ghana hay 37 fuertes que servían de depósito de esclavos y defensa contra los competidores europeos. Los fuertes de Elmina y Cape Coast y sus puertas de no regreso han de visitarse. Por los que murieron. Por los que buscan sus raíces. Para que no se repita nunca algo parecido.
El turismo en Ghana son familias norteamericanas negras que buscan sus raíces. Aquí vino Michelle Obama y la literatura africana actual la hacen mujeres que asumen su doble identidad y escriben en inglés sobre sus contradicciones y sus vidas en un mundo global. Como Chimamanda Ngozi o como Yaa Gyasi con "Volver a casa" una doble saga familiar de esclavitud, éxitos y fracasos en Ghana y USA.
Los escritores de la generación anterior eran hombres con compromiso político anticolonial y reivindicación de sus lenguas y cultura, como Chinua Achebe o Ngugi wa Thiong'o.
Conxita termina su viaje con un día de retraso por cancelación imprevista de su vuelo y aprovecho para pasear cerca de Accra por los restos de los jardines botánicos con los que Inglaterra completaba su negocio colonial e introducía el cacao maya y el caucho amazónico en sus territorios africanos.

Elmina. Los blancos buscaban esclavos. Los negros pesca.

Togo.
Togo es un país bonito con mala suerte. Se llamaba Costa de los Esclavos y sus vecinos eran las Costas del Marfil y del Oro. Seis millones de personas y 40 tribus. Un norte musulmán, un sur cristiano, más iglesias que tribus y todos seguidores del vudú. En el vudú Dios no habla directamente a los hombres. Utiliza elementos de la naturaleza, con imágenes muy expresivas, y es un religión en expansión.
Togo fue el primer país con golpe de estado postcolonial. El sargento Gnassingbé mató al primer presidente que era del sur porqué no quería integrar en el ejército a los 600 soldados del norte que Francia había licenciado después de abandonar Argelia. A Francia le fue bien, porque el presidente se acercaba a los soviéticos, pero cincuenta años más tarde aún manda el hijo del antiguo sargento y justo cuando llego empiezan tres días de protestas.
El Palacio de Justicia está abierto y parece una gran iglesia. Juez, abogado y fiscal discuten en un juicio público. De negro y con toga. Centenares lo observamos. Después un soldado armado me dice que voy por la calle equivocada. Le digo que soy catalán y español. Me pregunta que como vamos y le digo que tirando, que saldremos de ésta. Le pregunto qué tal por Togo y me dice que igual y me pide el teléfono por si se va a España. Como no hay invierno en África, no hace falta abrigo y es fácil conseguir comida. Si hay una sequía, hay que emigrar y una crisis política es un buen momento. Todos descendemos de emigrantes africanos.

En el mercado vudú está todo lo necesario.

Togoville es la capital del vudú. La Virgen se apareció en el lago cercano y Juan Pablo II lo fue a celebrar. Antes invitó al gran fetichero del vudú a Roma y se llevaron bien.
Alemania colonizó Togo durante unos años y se nota por el trazado de las calles y los desagües. El 70% de la población vive con menos de 2$ por día y en Lomé destacan las suntuosa sedes del Banco de Desarrollo de África Occidental. Antes de la independencia, Francia estableció en sus colonias el CFA, Franco de la Comunidad Financiera Africana. Está vinculado al Euro y obliga a estos países a seguir los intereses financieros de la antigua metrópoli. La deuda de Togo es un 20% de su PNB y se considera excesiva mientras que en Europa se considera normal un 100%. El mar frente a Lomé está lleno de barcos de carga porque la piratería es menor que en los vecinos Nigeria o Benín.
Continúo viaje hacia Kpalimé, en el norte de Togo en una furgo que fue alemana cuando era nueva, griega como segunda mano y morirá africana. Llego después de tres averías y ya  lejos del mar y las palmeras.
Voy en mototaxi con Fidel a ver las cascadas y hemos de saludar a todos sus conocidos en el camino. En la jungla a pocos metros de la pista de tierra roja, la vida africana es más pobre.
Por suerte los chinos venden a buen precio. Le acompaño al mercado y la mitad de lo que le he pagado se lo gasta en una radio china comprada a un musulmán. La radio emite en ewe y kabié mientras que la tele es cara y sólo habla francés.
Otra mototaxi, dos taxi brouse y final de la partida de parchís que juegan los aduaneros antes de entrar en Benín. El bus se detiene en medio de nada y cerca hay un pozo pagado por los saudíes. Dos chicas con la elegancia de la mujer africana, tiran de la cuerda y vierten el agua del odre en un recipiente. Se lo ponen en la cabeza y marchan indiferentes a mi admiración, son Top Models.

Un transporte al norte de Togo con pasado de muchas vidas.

Benín.
Benín es pequeño pero tiene todo lo que se espera de África. El centro de Cotonou, la capital, es la Plaza de la Estrella Roja, por su época revolucionaria. En 1977, cien mercenarios amigos de la Françafrique aterrizaron para derrocar al gobierno revolucionario. Tres horas y varios muertos después, los supervivientes se escapaban en el mismo avión. Había unos soldados norcoreanos en el país que ayudaron a los soldados de Benín y el gobierno del primero de los Kim construyó un monumento para recordarlo. Un presidente posterior ilustrado que había sido alto funcionario del Banco Mundial, reconoció al vudú como religión del país.
En el sur todavía caían las últimas lluvias de la estación corta y en el norte, en Natitingou ya soplaba el harmattan, el viento seco del Sahara que arrastra la tierra y empieza en noviembre.
Las casas de los somba eran fortalezas para defenderse de los esclavistas. Los animales dormían abajo y en el techo el marido construía una choza a cada esposa y cada noche dormía en una diferente. Los somba iban desnudos. Los blancos les decían que había que vestirse, pero como los blancos enfermaban y morían pero ellos no, les costó aceptarlo. Su último líder, Kara, murió luchando contra los franceses. No quería que hicieran listas con los nombres de sus hijos. Después les hacían pagar impuestos y se los llevaban a las guerras de los blancos.
Durante un largo día en moto por las pistas de tierra del país somba, en el norte de Benín, unos troncos bloquean el camino. El peaje de los bandidos son 50 céntimos para garantizar que no habrá bandidos.
Viajar en moto es más cómodo que en bus porque la carretera a Cotonou está llena de baches. Pasan camiones de todos los países del Sahel y destrozan la carretera. Prefieren Benin a Nigeria porque es más seguro.

Elegancia y eficacia.

Ouidah y Abomey, en el sur de Benín, están unidas por la esclavitud y el vudú. La primera era el puerto de embarque de los esclavos y la segunda la capital del rey que los capturaba y vendía. El vudú las une y no conocer las normas me atrae las iras de los vivos y de los muertos. Voy de pueblo en pueblo en mototaxis y colectivos. Siempre soy el único blanco y todos los jóvenes locales quieren darme la mano y charlar. La pregunta más difícil es: "¿Porqué los blancos podeis venir a nuestra tierra y nosotros no podemos ir a la vuestra?"
En Ouidah, Nazaire está pluriempleado y me pasea en su moto con pedales. Me explica que es sacerdote vudú pero como tiene el don de curar, Dios le habló y ha creado su iglesia cristiana. De momento tiene 49 años, 42 fieles y no ha conseguido curarse el dolor de espalda.
En Cotonou el hotel está en Dantopka, el barrio del gran mercado, del lago y de la pobreza.  Soy el único cliente hasta que viene Michael, mi amigo de Togo al que faltan pocos países por visitar. Compartimos memorables cenas de pescado y conversaciones. Pasear por los callejones del barrio que desembocan en el lago le recuerda los poblados del río Congo cuando lo navegó en una barcaza que era un mercado flotante.
Ambos fracasamos con el visado de Nigeria. Para asegurar los cobros hay que hacer el pago por internet. Pero las estafas nigerianas son legendarias y los bancos bloquean los pagos. Para resolverlo se ha creado una capa de seguridad gestionada por una empresa dentro de Nigeria y hay que enviar el extracto de tarjeta en un formato imposible.
Los únicos que viajan a Nigeria con facilidad y sin visado son los miembros de los países vecinos, para comprar en Lagos y revender a la vuelta. En Lagos hay de todo porque los mercantes chinos paran en Mombasa, Durban y Lagos antes de seguir a Tánger y Algeciras.
El comercio y la vida en la laguna que une Benín y Nigeria es diferente. Ganvie era una ciudad lacustre para protegerse de los cazadores de esclavos que no podían cruzar el agua porque lo prohibía su vudú. Hoy se ganan la vida pescando y trajinando gasolina. Un extremo de la laguna está en Nigeria y allí el litro se paga a 20 céntimos de euro. En Benin cuesta 80 en las gasolineras pero todos lo compran en botellas que se venden a 50. Hay negocio y la mezquita que pagó Gadafi rivaliza con el Celestial Cult of Christ, que es líder pentecostal en la región.

Transporte escolar en la laguna entre Benin y Nigeria.

Casablanca. Marruecos.
Al no conseguir visado para entrar en Nigeria, el viaje termina en Casablanca, no en Lagos como estaba previsto. Dos ciudades que compiten por ser la capital financiera y cultural del África Occidental. En Casablanca era viernes y se celebraba Mawlid, la fiesta del nacimiento del Profeta, pero como yo no era musulmán, no pude entrar en la mezquita Hassan II, la tercera del mundo después de La Meca y Medina.
En Casablanca ahora los que esperan el salvoconducto para seguir viaje son Omar y Mamadou. En el café cercano se sirve café y te, ya no alcohol. En algún local se apuesta, pero no a la ruleta, ahora son apuestas deportivas. En los años 40 el único negro era Sam. Ahora hay muchos. Marruecos es siempre el principio de una vieja amistad. En Casablanca, seré yo quien suba al avión.

Costa de Marfil, Burkina Faso, Ghana, Togo, Benin y Casablanca.

Detalles del viaje
Seis semanas de otoño de 2017. Conxita y yo empezamos el viaje con vuelo a Lisboa y Abidjan. Minibus local a Grand Bassam y buses a Yamusukro, frontera con Burkina Faso y Bobo Dioulasso.
Visita al Institut de Jeunes Sourds du Faso, amigos desde hace 10 años.
Bus a Ouagadougou y estancia fuera de la zona de hoteles para evitar riesgos. Visita a la Clinique Nôtre Dame de la Paix y cena con Théodore Ouedraogo, el médico burkinabé que hace 10 años operó a Guillem.
Bus a la frontera de Ghana, diversos transportes a Kumasi. Bus a Accra. Estancia en pensión en la ciudad vieja. Visita en taxi a los fuertes de Elmina y Cape Coast. Conxita regresa a Barcelona.
Transporte local a frontera con Togo y mototaxi a Lomé. Visita con taxi a Togoville y su laguna.
Bus local a Kpalimé y visita en mototaxi de los alrededores.
Bus a Kara y mototaxi a la frontera de Benin. Mototaxi a Natitingou. Visitas con mototaxis a los poblados Tata Somba del norte y las cascadas del sur.
Bus local a Cotonou y alojamiento en hotel cerca del mercado de Dankopta. Imposible conseguir visado en la embajada de Nigeria.
Taxi compartido a Ouidah, mototaxi, taxi compartido a Abomey y bus a Cotonou. Visita en bote a la laguna de Ganvie.
Vuelo a Casablanca. Estancia dos días y regreso a Barcelona.
En África occidental los visados son un coste y un problema principal. El visado a Costa de Marfil lo obtuvimos en el consulado de Barcelona. Ghana en la embajada en Abidjan. Burkina en la frontera por 100€. Togo y Benin en la frontera. Nigeria hay que pedirlo en el país de origen con carta de invitación y pago por canal especial.
Comunicación buena en francés o inglés. Los países francófonos comparten franco CFA. En los angloparlantes hay que cambiar a moneda local.
Comida local excelente. En los puestos de comida callejera se puede comer por 1€.
En ciudades se puede reservar por internet y siempre se encuentra sitio donde dormir a buen precio.
Muchos transportes de la capital a los pueblos, poco entre pueblos, hay que negociar y los transportes sales cuando se llenan. Siempre hay jóvenes con mototaxi.

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